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El enigmático Bósforo

Hablar del Bósforo implica hablar de leyendas e historia. Suscita a soñar y a imaginar, a volar en libertad. No tengo alma literaria, por eso, prefiero dejar paso a escritores, cuyas palabras puedan expresar las sensaciones que provocan las aguas marinas del Bósforo. Javier Reverte en su gran libro "Corazón de Ulises" dice así:



"El Bósforo une el mar Negro con el Mediterráneo y separa Asia de Europa, tiene la forma de un sinuoso manantial que se arrastra entre tierras arrugadas, grueso como una laguna en ocasiones y en otras cerrándose sobre sí mismo hasta parecer un hilo delgado sobre la carta. Su anchura, en la realidad, varía entre los tres kilómetros y los setecientos metros. El Bósforo mide treinta y cinco kilómetros de boca a boca y su profundidad oscila entre los cincuenta y los setenta y cinco metros.

En los días de mar calmo semeja ser un canal artificial, domeñado y pacífico. Pero es un efecto engañoso. Sus aguas se agitan en corrientes erráticas y contracorrientes, los vientos pueden ser imprevisibles y las nieblas lo cubren con frecuencia. "Es un mar ingobernable", dice John Freely en su libro sobre Estambul. A pesar de ello, el tránsito marítimo es muy intenso en el angosto Bósforo, pues no hay otro paso por el que salir del mar Negro al Mediterráneo.



Por el estrecho han descendido, a veces, incluso icebergs, en períodos de mucho frío, según cuenta el propio Freely. El erudito francés Petrus Gyllius, que vivió en Estambul durante el reinado de Solimán, en el siglo XVI, aseguraba haber visto en las aguas del Bósforo el mayor tiburón con que jamás se había encontrado en sus muchas travesías marítimas. Es frecuente navegar en este estrecho junto a nutridos bandos de delfines, y en la más antigua moneda acuñada en la anciana Bizancio aparece representado un delfín. Pero la más impresionante leyenda del Bósforo la protagoniza una ballena. Fue en la época que gobernaba la ciudad el general Belisario, a las órdenes del emperador romano Justiniano. El gran cetáceo, probablemente un enorme cachalote, fue bautizado como "Porphiry" por los aterrados marineros de aquellas aguas. Durante meses permaneció en el Bósforo, hundiendo los barcos que osaban acercársele. Belisario no encontró forma de matarle. Y sólo volvió la calma a esta lengua de mar cuando aquella Moby Dick de la Antigüedad decidió buscar su madriguera en otros océanos.

Por el Bósforo cruzó el navío "Argo" que quiere decir veloz en griego, hacia las tierras desconocidas de la Cólquide, en el extremo oriental del mar Negro (actual Fatsa, cerca de Trabzon), en busca del Vellocino de Oro. Los Argonautas capitaneados por Jasón fueron los primeros grandes exploradores de Europa.



Al Bósforo le rodean altas colinas verdosas, con bosques de castaños, plátanos, cipreses y pinos de familias diversas. Dos largos puentes une, en el trayecto hacia el mar Negro, las orillas asiática y europea. Pero el lugar más imponente es aquel que todos los estudiosos han localizado como el punto donde se encontraban las dos rocas asesinas de la epopeya de "Argo": las antiguas Simplégadas, que se cerraban al paso de los navíos para aplastarlos. Son dos enormes roquedales, conocidos también como "Rocas Chocantes" en cuyas alturas se alzan sendas fortalezas construidas por los sultanes otomanos. La del lado europeo, el Rumeli Hisarı (castillo tracio), la levantó Mehmet II, en 1452, un año antes de conquistar Constantinopla. La de la orilla asiática, Anadolu Hisarı (castillo anatolio) data de 1393 y ordenó construirla Beyazıt I para cerrar la salida al mar de los barcos bizantinos.<...>



Luego, el estrecho comenzó a abrirse y el mar parecía moverse con mayor libertad, como un ser vivo que, liberado, sacudiera su cuerpo después de atravesar, casi a gatas, un angosto pasillo. Un rato después, al frente, el horizonte se abría, el sol parecía más lozano y las tierras que encerraban la lengua del Bósforo aflojaron su presión sobre el gua. El mar Negro asomó entre las orillas de Rumeli Hisarı, a mi izquierda, y Anadolu Hisarı, a mi derecha. Y a fe que se mostraba como un mar un poco más oscuro que el que dejábamos atrás."

fotos: samimi

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